El regreso al pasado
En Latinoamérica, muchas de las personas que crecieron en zonas rurales se habituaron en primer término a las letrinas. Pero lo que en el pasado se utilizó, mejorado, puede ser clave para cuidar la salud y ahorrar el uso de agua en el futuro. Es el momento de los baños secos.
Al menos, esta es la propuesta de expertos en el tema ecológico.
Una descarga promedio en el retrete necesita entre 10 y 16 litros de agua. Y eso sin pensar hacia dónde va, que en zonas rurales puede ser a los ríos o lagos cercanos, lo que contaminaría el agua que los mismos habitantes usan.
Más aún: cada vez que es utilizado un retrete, saltan bacterias hacia el exterior, o incluso hacia el cuerpo de la persona.
De allí nace la iniciativa de bioconstructores como José Antonio Sánchez Colín, citado por el portal Agua Ecosocial.
¿Qué son los baños secos?
Los baños secos, explica Sánchez Colín, son baños comunes con la particularidad “que separamos las aguas grises de la materia fecal, para así evitar contaminar el agua y después tener que invertir tiempo y dinero en depurarla”.
Para crearlos se utiliza un inodoro con dos compartimientos: uno para la orina y otro para deshidratar las heces.
La cámara de deshidratación para las heces es un cubículo donde caen los desechos. Allí se lanza materia seca como cenizas, arena y aserrín, para secar las heces con la destrucción de las bacterias y parásitos. Esta cámara cuenta con una corriente de aire para evitar los malos olores en el baño.
Los orines van hacia las aguas grises, producto de los lavamanos y duchas, el cubo para las heces tiene un tiempo de duración de seis meses: cuando está lleno, se deja compostar por otros meses más, usándolo posteriormente en el campo como abono.
Incluso, si la persona no está habituada al manejo del cubo, existen compañías que trabajan con eso. El portal AD Magazine cita a la mexicana WCEco, que se encarga de recoger el residuo de los baños secos para procesarlo y utilizarlo, posteriormente, como composta en proyectos de reforestación.