Febrero y la curiosidad del por qué tiene 28 días: orígenes

Febrero es un mes particular, pues es el único en el calendario que puede limitarse a tener 28 días, sin embargo, no todas las personas conocen el contexto de este fenómeno, mismo que se remonta a la época de los romanos.

Febrero es un mes particular, pues es el único en el calendario que puede limitarse a tener 28 días, sin embargo, no todas las personas conocen el contexto de este fenómeno, mismo que se remonta a la época de los romanos.

De acuerdo con el Gobierno de Canarias, comunidad autónoma española, la civilización romana en tiempos antiguos era principalmente agrícola, y por ello el calendario se organizaba según los trabajos del campo.

Así el año estaba formado por diez meses, no existía ni enero ni febrero, que sumaban un total de 304 días. Los 61 días restantes del año, los romanos no se lo asignaron a ningún mes, ya que en el campo, en invierno, había poco que hacer y por ello no les daban importancia.

Un poco de historia

Fue el rey Numa Pompilio en el año 713 A.C. quien decidió que, para adaptar el calendario al ciclo lunar, había que colocar 2 meses más. Los puso al principio y al final de año y los llamó Ianuarius (que sería Enero) y Februarius (Febrero), que se destinaría a la purificación.

El año acaba teniendo 354 días. También se cambió el número de jornadas que tendría cada uno. En la época de Pompilio se creía que los números pares traían mala suerte, así que para tener el favor de los dioses, se estableció que se alternaran meses de 29 y 31 días.

Pero las cuentas no cuadraban, dado que enero y febrero eran meses de una estación estéril, se pensó que no pasaba nada si tenían días pares, así que se decidió que tuvieran los dos 28 días.

De acuerdo con el Gobierno de Canarias, comunidad autónoma española, la civilización romana en tiempos antiguos era principalmente agrícola, y por ello el calendario se organizaba según los trabajos del campo. CuriCu

Varias soluciones

Pero a nadie le gustaba que el año empezara con un mes de mala suerte. El siguiente paso fue añadir un día a enero, que se quedaría en 29. Pero el problema no se terminaba de solucionar ya que el calendario establecido hacía que las estaciones se descuadraran a lo largo de los años.

Durante un tiempo se pensó añadir días cada pocos años, para volver a poner las estaciones en su sitio, pero nadie se ponía de acuerdo en cuántos había que poner. 

La solución llegó cuando Julio César, el famoso militar y político romano, tras consultar a un astrónomo llamado Sosígenes, ideó una solución más sencilla, dejó Ianuarius (enero) como primer mes, juzgó que los números pares no daban mala suerte (lo que supuso volver a intercalar meses de 30 y 31 días); y para Februarius pensó que bastaban 28 días para purificarse.

Año bisiesto

Aun así el calendario no parecía ajustarse del todo a los movimientos del sol por un mínimo margen de seis horas al año, problema que se solucionó añadiendo un día a Februarius cada cuatro años.

A ese año lo llamamos bisiesto y con ese día recuperamos las 24 horas que se han ido retrasando el calendario en esos cuatro años.

Esta es la curiosa explicación al número de días que tiene el mes que ahora acaba, historia que demuestra que muchas veces la solución más sencilla es la mejor.

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